Y es que cuando algo te hace verdadera ilusión, lo vives. Es esa sensación que hace que te sientas como en la línea de meta de la felicidad, no sé si me explico, ese cosquilleo en la barriga con el que sabes que algo bueno viene detrás.
Existen muchos tipos de ilusiones en la vida, como pensar en lo que te pide el cuerpo, ir y hacerlo. Para mí estas son las más satisfactorias, cuando realmente haces lo que te apetece a ti porque el cuerpo te pide que lo hagas. ¿Te apetece irte a la playa un lunes a las 20:00h? ¡Ves y hazlo! Date un paseo un domingo por la mañana con un poco de música, prepárate una buena merienda de chocolate, baila, grita, canta, mánchate las manos con pintura, viaja…
Después está la ilusión de vivir un momento específico, de vivirlo para recordarlo, esa ilusión previa es de las mejores, de hacerlo bonito, que cuando te venga a la mente te entren esas cosquillitas, te salga esa sonrisa tonta y te saque unas ganas tremendas de revivirlo.
Y por último están las más complejas, las falsas ilusiones. Cuando imaginas algo de una manera, te ilusionas con vivir ese momento y, o no llega o llega con un giro de 180º. En ese momento la ilusión se rompe. Es doloroso si y puedes caer en no volver a ilusiónate (gran error).
Nunca dejes de perseguir una ilusión, persíguela hasta la muerte, porque de ilusiones también se vive.
Oww lo malo si es cuando es una falsa ilusión, o igual idealizamos de más, es mejor no esperar nada de nadie, igual si ilusionarnos pero si caer en recrear un gran escenario… 😦 saludos.
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Es más, yo diría que vivimos de ilusiones. Hay una frase en la serie true detective un tanto dura pero en mi opinión bastante cierta y dice así:
“Creo que la conciencia humana fue un trágico paso en falso de la evolución. Nos volvimos demasiado conscientes de nosotros mismos, la naturaleza creó un aspecto separado de ella, somos criaturas que no deberíamos existir de acuerdo a la ley natural. Somos cosas que funcionan bajo la ILUSIÓN de tener un ser propio, una acumulación de experiencias sensoriales y sentimientos, programada para asegurarnos que somos alguien, cuando en realidad nadie es nadie.
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