Para qué respirar si vas a morir.

La vida tiene muchos riesgos, y hay que aprender a vivir con ellos. Enfrentarse a esos altibajos emocionales provocados por cosas de la vida da miedo, sí, pero ¿qué sentido tendría esta sin ellos?

Un barco está a salvo en el puerto, pero… no fue para eso por lo que fueron construidos los barcos. Fueron inventados para navegar en alta mar con el riesgo de toparse con las más violentas tormentas y con el gusto de surcar las grandes olas y ver amaneceres donde el balanceo y el sonido del agua son los invitados de honor, pero esto nunca lo alcanzarían si se quedasen en el puerto, y vaya desgracia que es eso.

El miedo hace que pensemos que estamos mejor en nuestra línea estable, sin arriesgar ante una situación en la que no sabes que te prepara el destino o sin enfrentarte a ti mismo sin hacer algo que quieres hacer y quedándote con esa duda de ¿y si yo hubiera…? Si puedes vivir sin saberlo entonces nada, pero si te vas a quedar con esa duda, entonces señorit@ piénsalo bien.

Porque las oportunidades una vez pasan no vuelven, porque los miedos son solo miedos que están ahí  para ser superados, porque arriesgando es de la única manera en la que se gana, porque la esperanza es lo último que se pierde, porque quedándote ahí sentad@ no haces más que perder vida, y la vida esta hecha para vivirla.

Vive la vida para que no te la cuenten, vívela para que te llamen loc@, loc@ por vivir, por disfrutar de cada etapa, de cada día y de cada respiro, por dejarte llevar por el destino, por ser atrevido, arriesgado, por confiar en ti, por ser divertido, por reírte de ella y con ella, por saber vivirla.

En fin que te llamen lo que quieran pero que sepan que tu respiras aun sabiendo que vas a morir.

Con cariño desde un barco en alta mar.

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Carta a Sevilla.

Cuatro días, cuatro días baimagesCAWNZK64stan para saber que todo lo que dicen es verdad. No me ha dado tiempo a conocerte entera, pero me ha sobrado para tener ganas y esperanza de volver y ver más de ti. Desde aquí, a pesar de que estás muy lejos y las horas en coche han sido eternas te siento cerca, y es que Sevilla, me has acogido y hecho sentir como en casa.

Por tus calles se respira alegría, arte. Se escuchan sevillanas, quejios, esos pasos de los caballos que tanto me enamoran y sobre todo, risas. Se ven casas increíblemente bonitas y lugares más que especiales. Se huele alegría, pasión, y belleza.

Y es que en estos cuatro días, me he dado cuenta de que si, tienes un color especial, diferente y que tu gente es experta en alegrar días con ese arte que tienen diciendo una simple frase como “mi aarmaa, alimagesCAC7G72Megra esa cara tan bonita que tu tiene”.

Tengo muy pero que muy claro que volveré a pasear por tus calles, que volveré a los maravillosos sitios que he podido conocer en este corto plazo de tiempo, que volveré a escuchar ese sonido de los carros de caballos, que pasearé bien contenta con uno de ellos, que volveré a cruzar ese bonito puente de Triana, que me volveré a empanar mirando tu bonita Giralda, que me volveré a perder por tus calles llegando a plazas con encanto, que sin duda, volveré.

Ha sido más que un placer haber estado contigo estos cuatro días, hasta pronto Sevilla.

De ilusiones también se vive.

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Y es que cuando algo te hace verdadera ilusión, lo vives. Es esa sensación que hace que te sientas como en la línea de meta de la felicidad, no sé si me explico, ese cosquilleo en la barriga con el que sabes que algo bueno viene detrás.

Existen muchos tipos de ilusiones en la vida, como pensar en lo que te pide el cuerpo, ir y hacerlo. Para mí estas son las más satisfactorias, cuando realmente haces lo que te apetece a ti porque el cuerpo te pide que lo hagas. ¿Te apetece irte a la playa un lunes a las 20:00h? ¡Ves y hazlo! Date un paseo un domingo por la mañana con un poco de música, prepárate una buena merienda de chocolate, baila, grita, canta, mánchate las manos con pintura, viaja…

Después está la ilusión de vivir un momento específico, de vivirlo para recordarlo, esa ilusión previa es de las mejores, de hacerlo bonito, que cuando te venga a la mente te entren esas cosquillitas, te salga esa sonrisa tonta y te saque unas ganas tremendas de revivirlo.

Y por último están las más complejas, las falsas ilusiones. Cuando imaginas algo de una manera, te ilusionas con vivir ese momento y, o no llega o llega con un giro de 180º. En ese momento la ilusión se rompe. Es doloroso si y puedes caer en no volver a ilusiónate (gran error).

Nunca dejes de perseguir una ilusión, persíguela hasta la muerte, porque de ilusiones también se vive.

Mira al cielo.

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¿Un día en el que parece que todo va en tu contra? Ven conmigo, yo te comprendo, he tenido de esos. Son días en los que parece que el destino te esté gastando una broma de poca gracia, que parece que vas de culo y cuesta abajo. En los que llueve con tormenta aunque al mirar por la ventana haga sol. Que te apetece estar sola y desconectar pero que cuando lo consigues (porque en estos días estar sola y en paz cuesta), cuando estás sola entonces reflexionas sobre mil y una cosas, sobre porque a mí esto, porque a mi aquello, porque yo esto no puedo… porque ellos si pueden…

Yo tengo el defecto de pensar por exceso, así que no sé qué es mejor si estar en paz o rodeada de gente, en estos días todo tiene un punto negativo.

Me considero una persona afortunada en la vida, de las que no debería quejarse de nada. Bien, pues es que en estos días en los que me caigo una y otra vez en menos de 24h y no paro de cuestionarme que me pasa, no solo pienso en mí, en estos días, me muero de rabia e impotencia por todo. Por el juego de la suerte en la vida, porque el mundo está lleno de mentiras, porque queda muy poca gente buena de verdad, por las millones de injusticias que se cometen en un día y por las que no se puede hacer nada.

En fin, supongo que hay días para todo, que en estos vas mirando al suelo cuando deberías mirar al cielo sí, pero que del suelo se aprenden cosas. Aprendes que las cosas no siempre son como uno quiere, que hay porqués que no tienen respuesta, que el azul del cielo es más bonito que el marrón del suelo.

Hoy, ha sido uno de mis días en contra, y yo animo a todos los que hoy han caminado cabizbajos a que aprovechen las horas de noche que quedan para mañana (nuevo día) abrir los ojos, salir a la calle y mirar al cielo. Porque nos lo merecemos, porque ya hemos pensado bastante por hoy.