MI MONTAÑA RUSA.

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Mi vida es como una montaña rusa, tiene mil subidas y mil bajadas, algunas llenas de adrenalina y ganas de repetir, otras se viven con miedo y cerrando los ojos deseando que acabe pronto. Antes solía haber más de las segundas que de las primeras y supongo que de eso se trata la vida, de aprender a agarrarse bien fuerte al asiento y tragar saliva con el fin de gestionar el miedo.

Al principio todavía cuesta mucho abrir los ojos y disfrutar de la bajada, pero ese paso es sólo para valientes que superan sus inseguridades a fondo. Lo mío es el primer intento, soy insegura, desconfiada y débil por momentos.

Mi montaña rusa tiene zonas peligrosas, con algún tornillo suelto, el cual hay que arreglar. Me alegra pensar que cada vez hay menos, pero a la vez cada vez que paso por una zona peligrosa estoy más cerca de caer al abismo. Cuando hago el esfuerzo y aprieto un tornillo flojo lo que sigue suele estar bien sujeto y preparado para ser disfrutado a gritos (tanto que es donde pondría la foto que te llevas de recuerdo).

La vida a fin de cuentas es eso, pasar por los tramos difíciles bien agarrada a todo tu coraje, y superarte sin dejar nunca que se derribe el carril y por supuesto sin rendirse en ningún tramo, porque entonces la atracción pone su fin, el vagón se para y te quedas sin esos intensos y excitantes momentos de felicidad.

Por eso te pido que estés a mi lado, allí donde estés, para en los tramos con peligros, conseguir abrir los ojos y vivir a gritos.

PERSONAS.

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Y es entonces cuando te das cuenta de que las personas no son más que personas. Que todos somos iguales y a la vez todos somos distintos. Que la mayoría de veces admiramos a unas y despreciamos a otras sin darnos cuenta de que son personas y que, igual que tu, viven a su manera.

Me da rabia la gente que prejuicia, la gente que desprecia pero sobre todo la gente que no valora. No valoramos los pequeños detalles que las personas hacen por nosotros. Por eso tendríamos que empezar a ver y vivir la vida desde un punto más humilde. Que no eres mejor que el de detrás ni peor que el de delante, que la superficialidad no vale nada, que la suerte y el destino tienen un papel importante en el juego, que no quien más tiene es quien menos necesita, que ni todos los ricos son felices ni todos los pobres desgraciados, que no hay que confiar en todos ni desconfiar de cada uno, que compartir es vivir, que la vida y las personas estamos llenas de matices que nos hacen únicos, que de las decepciones se aprende, que no hagas lo que no quieras que te hagan, que no puedes permitir que alguien te diga que no puedes hacer algo.Que cada uno es feliz a su manera, pero que todos, somos personas.

Cambios.

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La vida esta llena de cambios. Unos beneficiosos, otros puede que perjudiciales. Unos previsibles, otros inesperados. Unos van seguidos de más cambios y otros perduran para siempre.

Las personas tendemos a verlos desde el conformismo, creemos estar bien como estamos sin saber que nos depara detrás del muro. Algunas simplemente necesitan un cambio en su vida. Pero todas, todas las personas actúan intentado seguir esas flechas que marcan el camino a la felicidad. Un camino con piedras, si, a veces demasiadas. Pero en este camino cada piedra que superas la metes en tu mochila.Existen personas que no consiguen llegar a la cima por la cargada mochila, otras,sin embargo (y estas son las mejores) lo sacan todo de ellos, se aprietan bien fuerte los cordones y alcanzan la cima.

Los cambios no son más que oportunidades que te da la vida de seguir esas flechas de un modo diferente, de verla desde otra perspectiva. Aceptar un cambio cuesta si, pero señorita deja de lamentarte porque lo que ahora ves mal puede que mañana lo eches en falta.

Que los cambios, cambios son y que esto es solo una piedra en tu camino y quiero que la cojas, la metas en tu mochila y demuestres al mundo que tu a la cima llegas todo lo cargada que haga falta.

 

 

 

Detener el tiempo.

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Detener el tiempo, retenerlo unos segundos, disfrutarlo. La vida va a doscientos por hora y necesitamos momentos de frenar. Cuando frenas estas despeinada, confusa y por eso paras, te relajas, te repones y reflexionas, piensas en el antes y en el posible después, te preguntas si has vivido lo que llevas vivido como pretendías vivirlo y si el futuro al que te diriges es el que deseas. En ese momento en el que solo estas tú y tu consciencia, el tiempo de detiene.

Me gusta detener el tiempo cuando estoy en frente del mar y oír el bailar de las olas, en medio de un beso o en un autobús imaginando posibles vidas de los que me rodean, caminando por la calle o simplemente, y esta se puede hacer en cualquier sitio, con un poco de música en mis oídos.

Todo el mundo debería saber detener el tiempo, pero no es así. Hay personas que van a doscientos por hora toda su vida y es entonces cuando el tiempo les detiene a ellos para siempre, sin haber podido apreciar los bonitos detalles que regala un paro en seco y un respiro. Detén el tiempo.